—Muy bien. Entonces, ¿qué quieres? —pregunta el terapeuta.
—No quiero ponerme nervioso al hablar en público.
—Ese es precisamente el problema —responde el terapeuta.
ha enfocado su atención previamente.
La mente responde a nuestras órdenes.
Fíjale un objetivo y te llevará hasta él, antes o después.
El problema es que no sabemos formular esos objetivos correctamente porque nadie nos ha enseñado a hacerlo. A menudo ni siquiera nos han enseñado a fijar objetivos.
Mucha gente cree que la mente consciente es la que dirige sus vidas. Está muy equivocada. Desconocemos la inmensa mayoría de nosotros mismos, y es precisamente todo aquello que escapa a nuestro control consciente lo que ostenta el poder. La mente inconsciente es la que, tras las bambalinas, dirige el espectáculo.
La mente es como un ordenador. Si le introduces unas órdenes equivocadas, obtendrás resultados equivocados. El output está directamente relacionado con el input. Si te digo que no pienses en un elefante azul, pensarás en un elefante azul aunque quizá sea tan rápido que ni seas consciente de ello. La mente inconsciente debe primero procesar la frase completa para darle un sentido, y luego procesa la negación. Así pues, conviene aprender a dar a la mente las órdenes en positivo para obtener los resultados positivos que queremos conseguir.
La mayor parte de la gente vive de manera reactiva.
Esto es:
a pensar muy poco en lo que realmente quiere
Cuando nos centramos en aquello que queremos evitar, estamos prestándole nuestra atención y usando nuestra energía para atraerlo. Cada segundo que pasas pensando en aquello que no deseas es un segundo más que te está acercando a ello. La mente no sabe si quieres una cosa determinada o no; sólo sabe que le estás prestando atención a esa cosa y que por tanto debe de ser importante para ti. Y trabajará para que la obtengas, la quieras realmente o no. Por tanto, evita dirigir tu atención hacia lo que no deseas y enfócate en lo que deseas. Parece simple, y lo es, aunque exige práctica y disciplina porque se trata de un patrón muy arraigado.
A menudo me preguntan:
¿Y qué hago si sé lo que no quiero pero no sé lo que quiero?
Aquí es donde entra el concepto de contraste.
Es sencillo: cada vez que te sorprendas diciéndote a ti mismo algo que no quieres, pregúntate
“Y entonces, ¿qué es lo que quiero?”
Si no quieres que la bola caiga en el búnker, envíala al césped. Si no quieres que tus hijos se coman las galletas, mantenlos alejados de ellas. Si no quieres ponerte nervioso, entonces permanece tranquilo. Utiliza el contraste para encontrar la polaridad opuesta a tus deseos negativos y obtener claridad sobre lo que realmente deseas.
Imagina que estás buscando pareja. Has salido con un montón de gente y tienes un conjunto bastante completo de todo lo que no deseas en esa persona. Escribe entonces una lista con todas esas características y utiliza el contraste para convertir esa lista en una descripción de las cualidades que estás buscando realmente. A menudo sucede que tenemos lo que deseamos delante de nosotros y lo ignoramos porque estamos mucho más pendientes de lo que queremos evitar. Si sabes lo que quieres, lo terminarás encontrando.
Usar el contraste permite obtener claridad sobre lo que realmente deseamos crear en nuestras vidas. Úsalo continuamente. Cuando hagas planes, cuando te propongas metas, cuando entres en una reunión… Cada vez que te oigas decir que no quieres algo, pregúntate
Tener un resultado positivo en mente es fundamental
para cualquier cosa que hagas.
Empieza a darle a tu mente inconsciente las órdenes apropiadas.