martes, 14 de diciembre de 2010

Por Qué la Gente Brillante tarda más en Decidir

Según David Allen, la gente más inteligente es la que tiene mayor número de elementos por decidir, no sólo en sus listas sino también en sus vidas.

El motivo es la forma en que nuestro cuerpo reacciona ante las imágenes que tenemos en nuestra mente, ya que con frecuencia el sistema nervioso reacciona ante una imagen de forma muy parecida a como lo haría frente a la realidad.

Si tu cuerpo responde intensamente ante las imágenes que le proporcionas...
¿cómo crees que reacciona cuando piensas en situaciones que encierran un riesgo?
Efectivamente, no lo hace con demasiado entusiasmo.

Parece ser que las personas más creativas, sensibles e inteligentes son las que más se asustan y, además, más deprisa, ya que esas características, en principio positivas, se vuelven contra ellas haciendo que generen, rápidamente y con gran intensidad, escenarios mentales de apariencia muy realista a partir de todos los riesgos posibles y las consecuencias que puede tener el fracaso.

Esta reacción inmediata e intensa ante situaciones de riesgo potencial hace que, con frecuencia, estas personas abandonen. Como decía Mark Twain:
“Soy un hombre viejo y he conocido numerosos y enormes problemas, aunque la mayoría de ellos nunca han sucedido“.

Adormecer los temas, silenciarlos, esperar a que se resuelvan solos… Ninguna parece ser una buena solución. Las “cosas” no desaparecen y, por desgracia, cuando se las ignora durante demasiado tiempo suelen ir a peor.

La forma inteligente de atacar esta situación es intentando aligerar el esfuerzo del cerebro imaginando cuál es la próxima acción. En el momento que hayas decidido la próxima acción física que debes llevar a cabo para avanzar con algo que te has comprometido a hacer o a cambiar, notarás de inmediato un alivio en esa presión que sientes.

Decidir cuál es la próxima acción no produce cambios esenciales en tu entorno pero sí logra que tu mente pueda trasladar su atención a otras cosas que sí se pueden hacer y completar.

Lo normal es que no haya término medio con las cosas que tienes que hacer: o te atraerán o te repelerán. Sin embargo, algo tan simple como descomponer esas cosas en secuencias de acciones basta para reducir significativamente, o incluso eliminar, este tipo de sesgo emocional; dejarán de ser cosas que te apetece hacer o que te da pereza hacer para pasar a ser sencillas acciones físicas, emocionalmente neutras por lo general, que debes completar.

Evitar tomar decisiones hasta verte forzado por la presión del último minuto genera una enorme cantidad de estrés y supones un riesgo añadido e innecesario de cara a alcanzar los resultados que deseas.
Por eso, aunque tu reacción inicial sea la de abandonar ante una situación difícil, trabaja hasta adquirir el hábito de decidir la próxima acción y notarás la diferencia.

José Miguel Bolívar

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