viernes, 20 de mayo de 2011

¿Por qué se gritan las personas?

Un día un sabio preguntó a sus discípulos lo siguiente:
- ¿Por qué la gente se grita cuando están enojados?

Los hombres pensaron unos momentos:
- Porque perdemos la calma – dijo uno – por eso gritamos

- Pero ¿por qué gritar cuando la otra persona está a tu lado?


– preguntó una vez más
¿No es posible hablarle en voz baja?
¿Por qué gritas a una persona cuando estás enojado?

Los hombres dieron algunas otras respuestas pero ninguna de ellas satisfacía al maestro.

Finalmente él explicó:
– Cuando dos personas están enojadas, sus corazones se alejan mucho.
Para cubrir esa distancia deben gritar, para poder escucharse.
Mientras más enojados estén, más fuerte tendrán que gritar para escucharse uno a otro a través de esa gran distancia.

Luego preguntó:
¿Qué sucede cuando dos personas se enamoran?
Ellos no se gritan sino que se hablan suavemente, por qué? Sus corazones están muy cerca. La distancia entre ellos es muy pequeña.

Continuó:

Cuando se enamoran más aún, qué sucede?
No hablan, sólo susurran y se vuelven aún más cerca en su amor. Finalmente no necesitan siquiera susurrar, sólo se miran y eso es todo. Así es cuan cerca están dos personas cuando se aman.

Luego el sabio concluyó:


Cuando discutan no dejen que sus corazones se alejen, no digan palabras que los distancien más, llegará un día en que la distancia sea tanta que no encontrarán más el camino de regreso.

Los gritos de pareja también son ocasionados por la buena memoria, nadie niega que la memoria es un componente imprescindible de la inteligencia, pero en el caso de las discusiones matrimoniales o de pareja, muchas veces es conveniente dejarla en segundo plano.

Una relación de pareja que no olvida, que nunca deja pasar, que sigue cobrando la cuenta de cosas del pasado, le será enormemente difícil avanzar.

Por ello los especialistas aconsejan erradicar frases como: "tú siempre..." ; "quién otro...", "Ya no tienes remedio..." que solo aumentan la temperatura de la discusión y producen en el interpelado un sentimiento de desesperanza: para qué mejorar, si no van a apreciar mis esfuerzos.

Frente a esta situación, se recomienda expresar las molestias en el momento y de esta manera, evitar acumular cosas que en algún momento saldrán a la luz convertidas en forma de grito. Cuando el grito es con ira es peligroso y su herida es incurable.